La invasión de Iraq, entre el 20 de marzo y el 1 de mayo de 2003, fue encabezada por los Estados Unidos, respaldados por fuerzas británicas y pequeños contigentes de Australia, Polonia y Dinamarca. Una serie de otros países estuvieron involucrados en sus consecuencias. La invasión marcó el inicio de la actual guerra de Iraq.
Según el Presidente de los Estados Unidos George W. Bush y el Primer Ministro del Reino Unido Tony Blair, las razones para la invasión eran "desarmar a Iraq de armas de destrucción masiva (ADM), poner fin al apoyo brindado por Saddam Husein al terrorismo, y lograr la libertad al pueblo iraquí."[3]
La invasión de Iraq provocó una fractura política entre las grandes potencias, que se dividieron entre aquellas que se opusieron activamente a la invasión, como lo fueron Francia, Bélgica, Alemania, Rusia, China (además de otros países que mostraron una oposición pasiva), y aquellos que apoyaron públicamente a los Estados Unidos, como fue el caso de Gran Bretaña, España, Polonia, Portugal y demás naciones que integraron la coalición. La guerra también sirvió para que se diera la primera manifestación ciudadana global en la historia en contra de un conflicto