Hacia 1988 Irán continuaba la guerra, pero las fuerzas iraquíes reanudaron una serie de exitosas ofensivas, y en julio de 1988, Irán e Iraq se vieron empujadas mutuamente a aceptar la resolución de paz 598 al ver que no podían ganar la guerra, adoptada por el Consejo de Seguridad de la ONU el 20 de julio de 1987.
Finalmente se llegó a la paz el 20 de agosto de 1988, sobre la base del mantenimiento de la situación territorial antes del enfrentamiento bélico. La guerra se saldó con un millón de muertos (el 60% de ellos iraníes), y casi dos millones de heridos, además de numerosos gastos materiales, que dejaron la economía de ambos combatientes en una situación muy precaria.
Jomeini afirmó que aceptar la paz había sido para él como tomar un trago de veneno. Una de las causas por las que la guerra duró incluso cuando los dos países estaban exhaustos, es el continuo aporte de armas que hicieron los países occidentales a ambos países.